Hacía años que la ciudad de Alicante soñaba con volver a ver un equipo de su tierra en la cima del balonmano nacional. Una de las cunas de la disciplina en España acumulaba demasiado tiempo, más de tres décadas, sin colar a uno de sus clubes en la élite. Exactamente 33 años después, el Horneo EÓN Balonmano Alicante lo ha logrado. Ocho temporadas de proyecto han desembocado en un ascenso guardado en su carpeta de objetivos prácticamente desde su renacimiento en 2017. En la del club y en la de una ciudad que se ha volcado en la hazaña.
Gracias a diferentes apoyos y una óptima gestión que ha crecido campaña a campaña, el EÓN logró su ascenso a la máxima categoría del balonmano español el pasado fin de semana en Burgos. El club, que recibe el apoyo de la Fundación Trinidad Alfonso, presidida por Juan Roig, a través del programa Comunitat de Equipos, hizo historia: será conjunto de Asobal por primera vez y tomará el relevo del difunto Calpisa y sus herederos en los años 80 y 90, los últimos alicantinos en tocar tales cotas.
En aquel equipo jugó, precisamente, el presidente del actual EÓN Balonmano Alicante, Jaime Cremades ‘Ñago’. El exportero vivió en los 80 la última etapa de un Calpisa que, diez años más tarde, iba a consumar su desaparición definitiva tras pasar por varias nomenclaturas: Hércules-Calpisa, Tecnisán y Helados Alacant antes de mudarse a Benidorm y disolverse en 1993. Es por eso que ‘Ñago’ conoce a la perfección qué supone para su ciudad el ascenso que el club que hoy preside ha conseguido.

Cremades aterrizó en el EÓN Alicante en 2021, cuando se convirtió en Director General con José Sánchez en la presidencia. Empezó a liderar un proyecto que, ya entonces, había incluido el ascenso a Asobal en su horizonte. Tras conseguir la permanencia la temporada anterior, el club metió cabeza en la promoción de 2022. Se quedó a un paso de la gloria. Una derrota en el playout ante Sinfín Santander -entonces 14º clasificado de la máxima categoría- privó a Alicante de hacer historia al primer intento. Sin embargo, ese fue el germen de una convicción: devolver la ciudad a Asobal no era un imposible.
Dos cursos y un coqueteo con el descenso más tarde, el fichaje de Fernando Latorre para el banquillo fue, a la postre, esencial. En la 2023/2024, con un técnico consagrado que llegaba de probar mieles europeas con Servigroup BM Benidorm -otro de los clubes punteros de la Comunitat de l’Esport-, se superó una temporada de transición en la que, incluso, el equipo hubo de jugar lejos de su ahora remodelado pabellón Pitiu Rochel. De la mano de Latorre, alicantino y conocedor del fervor en la ciudad por volver a lo más alto, 2025 ha sido definitivo para lograr el objetivo. Para Ñago es el triunfo de toda una ciudad que, desde ya, sueña con consolidarse en la élite.

Pregunta: Pasados unos días del ascenso… ¿Cómo está?
Respuesta: Cansado. Estoy muy agotado porque hemos pasado mucha presión, muchos nervios. Pero, por otra parte, estoy muy feliz porque hemos conseguido algo histórico, un hito memorable para la ciudad y para el balonmano de Alicante. Con este ascenso hemos recuperado aquello que se perdió hace 33 años, el balonmano de élite en Alicante.
P: ¿Qué recuerda de aquel mítico Calpisa de Alicante que en los 70 lideraba el balonmano nacional?
R: Yo empecé muy pequeño en este deporte, cuando era infantil, y en aquella época el Calpisa era un equipo muy relevante. Mis entrenadores eran Mario Hernández, Santos Labaca, Víctor Lafuente… Gente que hoy los jóvenes no conocen, pero que fueron grandes estrellas. Ahí generé mi afición y, entonces, apareció ese gran club, el Calpisa, que consiguió muchísimas cosas y dejó un poso de balonmano en Alicante muy importante. Recuerdo que siguió creciendo, tuvo la desgracia de perder patrocinios -quizá debido a que las estructuras de club no eran las adecuadas- y acabó desapareciendo. 33 años navegando sin balonmano de élite en Alicante son demasiados, ha sido una lástima.
P: Para alguien como usted, que formó parte de aquel último club alicantino en la cima, ¿qué supone este ascenso?
R: Mucho. Por eso, desde el nacimiento de este club hace ocho años, con la aportación de Horneo y la mía en los últimos tres, se planteó este objetivo. Creímos en crear un club serio con una estructura que perdurara. De hecho, se llama EÓN por el Dios de la eternidad. Creamos una estructura que está por encima de cualquiera de nosotros. Siempre seremos meras herramientas para conseguir éxitos, nada más.
P: ¿Se puede decir que este ascenso es el triunfo de toda una ciudad?
R: Es así. Nos llena de orgullo, como alicantinos y valencianos, que haya un equipo en Asobal que represente tanto a Alicante como a la Comunitat Valenciana. Nos gustaría que fueran muchos más clubes los que estuvieran ahí para defender la Comunitat de l’Esport. Ahora nos toca a nosotros representarla.
P: Pese a las anteriores dos temporadas con peores resultados, la progresión del proyecto a sido meteórica desde 2017…
R: Es que este éxito ha sucedido antes de lo esperado. El primer planteamiento, desde mi llegada, fue crear un primer proyecto para pelear por el ascenso. No lo conseguimos, aunque jugamos un playoff y estuvimos cerca. A partir de ahí llegó un año difícil y fue entonces cuando nos planteamos la contratación de Fernando Latorre como entrenador para un plan a tres años con la meta de llegar a Asobal… Y ha culminado en el segundo. Es cierto que, antes, pasamos travesías en el desierto, superamos situaciones en que llegamos incluso a tener el descenso a un gol, pero eso también son experiencias que nos han ayudado a no cometer esos mismos errores una y otra vez, y a tomar buenas decisiones.
P: ¿Ha sido un chute de energía regresar este año al Pitiu Rochel?
R: Totalmente. Estamos hablando de un pabellón que tiene 56 años de historia y que ha ganado cuatro Copas del Rey, cuatro ligas, una Copa de Europa, un subcampeonato de Europa… Yo creo que tiene una historia mágica, es un templo del balonmano español, y solamente entrar y verlo te recuerda a aquella época anterior de hace tantos años.
P: El fichaje de un técnico como Fernando Latorre, que ya había tocado la Liga Asobal y que había llevado al Benidorm a Europa… ¿fue una declaración de intenciones de cara a lo que hoy se ha logrado?
R: Cuando contactamos con Fernando Latorre hubo una persona que me llamó personalmente y me dijo: “Jaime, si queréis llegar a Asobal, este entrenador es el que os puede llevar”. Se nos abrió un poco el cielo porque, además, el hecho de ser alicantino, de alguna manera, le hacía sentirse identificado e ilusionarse con el objetivo. Y sí, esa fue, claramente, una declaración de intenciones.
P: A partir de ahora, ya en Asobal, ¿cuál es el objetivo a medio-largo plazo?
R: Consolidarse, sin duda. Pero somos ambiciosos en este tema. No vamos a parar, lo hemos demostrado ya en nuestro corto periodo de vida. Hemos marcado objetivos que se han ido consiguiendo y ahora, después del esfuerzo que nos ha costado, no vamos a dejar que el EÓN sea un equipo ascensor. Tenemos que ser un equipo que luche por estar en mitad de tabla mínimo. Y de ahí hacia arriba con la ayuda de nuestras instituciones, nuestros patrocinadores y de la Fundación Trinidad Alfonso. Vamos a intentar engrandecer este club y el balonmano en la ciudad cada año un poco más.